viernes, 19 de septiembre de 2008

Las guerras culturales

Además de la guerra en Iraq y Afganistán, las guerras culturales al interior de Estados Unidos siguen vigentes. Desde que Richard Nixon le hablara a la mayoría silenciosa en 1968, la gente de este país vive una polarización que no termina. De un lado, los liberales, que viven en ciudades grandes, en las dos costas del país, que tienen por lo menos la preparatoria (High School) terminada, la mayoría tiene títulos universitarios y un alto porcentaje de la gente graduada de las Ivy League suele ser demócrata. Lo mismo ocurre con las mujeres jóvenes, la gente de altos ingresos que practica alguna profesión, y hasta antes del 9/11 no se definían como personas religiosas, sino espirituales, etc. Apoyan el acceso al aborto, la educación sexual, los matrimonios entre personas del mismo sexo y están en contra de la pena de muerte.

Del otro lado están los conservadores, los que se oponen al aborto, apoyan la pena de muerte, suelen vivir en ciudades pequeñas (aunque hay sus buenas excepciones), en lo que alguien denominó "Jesusland", no tienen la preparatoria terminada, o al menos ése es su grado de escolaridad más alto, suelen conjuntar tanto a la clase media como a la élite económica, repudian la intervención gubernamental en la economía, los programas de asistencia social, y suelen ser los más religiosos de todos. Claro, entre los votantes del partido republicano escasean los afro-americanos, aunque han tenido éxito en atraer a los latinos por lo menos en las elecciones de 2000 y 2004. La mayoría de los hombres vota a los republicanos, que defienden el derecho a poseer y portar armas en todo tipo de casos (los demócratas apoyan restricciones, pero en realidad no difieren gran cosa). Se oponen a los matrimonios gays y adoran los recortes de impuestos. En política exterior las visiones de los liberales y los conservadores tienen mucho en común, pero eso lo analizaremos en otra entrega.

Poner en evidencia estas dos posturas nos ayuda a entender en cuál de estos sectores hay un mayor apoyo a Barack Obama/Joe Biden o a Sarah Palin (interesante, es como si Palin fuera candidata a la Presidencia, no al puesto #2)/McCain. De esta manera, entendemos el impacto de Palin, pero también es un recordatorio de que los temas culturales, los de los valores y no tanto la guerra y la economía serán los predominantes en la campaña de otoño. La inmigración está pasando un segundo o tercer plano, pero si EL debate es sobre valores y cultura, los republicanos tienen más posibilidades de ganar. Así que los demócratas deben estar gritándole a Obama: ¡es la economía, estúpido!

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