jueves, 17 de abril de 2008

El debate: una nueva visión de Obama

Es increíble que el debate que hubo anoche en Pennsylvania entre Barack Obama y Hillary Clinton sea el número 21 que sostienen. Así de larga e intensa ha sido esta primera etapa (y eso que todavía falta para la convención nacional). Como corresponde al que lleva la delantera, el escrutinio está sobre su persona y sus acciones. Barack Obama lo experimentó anoche de la peor manera. La mayoría de los analistas coinciden que los primeros 45 minutos le fueron muy adversos, pues la discusión se centró en el "Bittergate" y en algunas referencias al Reverendo Wright, a sus relaciones con sujetos como Ayres, etc. Obama se mostró molesto, a la defensiva y no brilló con su retórica como acostumbra.

Los 45 minutos restantes fueron más favorables para Hillary Clinton, aunque la misma mayoría coincide en señalar que, aunque no tiene tanto carisma como Obama, su actuación fue lo suficientemente buena como para recordar a sus simpatizantes o a los que tenían dudas sobre ella, acerca de sus cualidades y de porqué sigue en la campaña. Puede ser que anoche Hillary Clinton haya esgrimido los mejores argumentos y que con eso haya demostrado que está a la altura del reto y que Obama puede que no sea muy eficaz en la eleccíón general. Pero tampoco brilló lo suficiente como para ser declarada ganadora del debate. Hay que ver las encuestas después de este debate, pero, sobre todo, ver cómo vota Pennsylvania el martes próximo y hacia dónde se inclinan los superdelegados.

martes, 15 de abril de 2008

El desliz de Barack Obama

Dicen que "el pez por la boca muere" y esto puede aplicarse al caso de Obama, aunque queda por ver el daño que causará a su carrera por la Casa Blanca las declaraciones que hiciera el fin de semana en San Francisco a un grupo de donantes en privado. El 6 de abril, Obama estaba reunido con este grupo de gente, explicándoles por qué le era tan difícil conseguir simpatizantes en Pennsylvania (obvio, sí tiene gente, pero no lleva la delantera). Y lo que todos los medios están reproduciendo es la siguiente frase: “It’s not surprising that they get bitter, they cling to guns or religion or antipathy to people who aren’t like them or anti-immigrant sentiment or anti-trade sentiment. . . .” Es decir: "No es sorprendente que se pongan tan amargados, se aferran a las armas o a la religión o a la antipatía a gente que no son como ellos o a los sentimientos anti-inmigrantes o sentimientos anti-[libre] comercio". ¿Se puede entender que un candidato que ha hecho su campaña en base a su "retórica de oro" cometa semajante desliz? No. Y ése es el problema para Obama.

¡Ups! El problema es que lo haya dicho en una reunión privada (off-the-record), donde se supone que es más auténtico. Muestra entonces que Obama es tan de doble cara como los políticos que él critica. En los mítines es un populista (aunque es curioso que utilice lenguaje elevado) que en privado da discursos elitistas. Otra vez, esto es un elemento que puede contribuir a que los que hoy votan por Hillary decidan irse al lado de John McCain si ella no queda elegida. Porque Obama se está posicionando como muy liberal, esto desde la perspectiva del votante promedio de las pequeñas ciudades. Por eso no ha podido quitarle a Hillary Clinton los votos del trabajador de cuello azul, ni los votantes de 65 años para arriba. Como dice E. J. Dionne, Jr., del Washington Post en "Loose Lips and Democratic Ships", se trata de gente que cuando piensa en términos económicos, vota por los demócratas, pero que cuando votan basados en cuestiones sociales (crimen, raza, valores), vota por los republicanos. Y esto los acerca más a John McCain que a cualquiera de los demócratas en campaña.

Como escribiera The Economist en noviembre o diciembre pasado: en esta campaña lo único que puede evitar que los demócratas lleguen a la Casa Blanca son los demócratas mismos. Y eso es, ni más ni menos, lo que estamos viendo ahora.

domingo, 13 de abril de 2008

Canibalismo demócrata

No es novedad que los demócratas tengan un proceso de elecciones primarias tan complicado y que esto sea con la supuesta finalidad de asegurar que el candidato que obtenga la nominación realmente represente a la mayoría de sus afiliados. Pero lo que tampoco es nuevo es que para lograr la nominación los aspirantes recurran a todo tipo de tácticas para descalificar a sus oponentes. Fue Al Gore, en las primarias de 1991, quien habló de la imoralidad de Bill Clinton, por ejemplo. Un vistazo a cualquier elección primaria nos arrojará un resultado similar.

Pero lo que estamos viendo ahora, con dos candidatos que van tan parejos en el número de delegados asignado, criticándose y señalando las debilidades del otro para quedarse a toda costa con la nominación van a acabar por debilitar la candidatura de quien sea nominado(a) en la convención nacional en Denver. Hillary Clinton ha hecho lo posible por subrayar la inexperiencia de Barack Obama, su elitismo, sus pocos rasgos de "americanidad", su desconocimiento de la política. Éste, por su parte, ha presentado a la senadora por Nueva York como una mujer ambiciosa, corrupta, que basa su experiencia en falacias derivadas de su papel como Primera Dama y que va a diviir al partido. Al final, no están más que haciendo la labor de desprestigio de los republicanos. Podemos suponer que en estas contiendas siempre había una especie de pacto entre caballeros de no criticarse más allá de una fina línea que les permitiera hacer las paces entre ellos para apoyar a la fórmula ganadora de candidatos a presidente y vicepresidente. Primero, porque el que tiene el mayor número de delegados suele escoger al que obtuvo el segundo puesto. Y luego, porque al momento de llegar la campaña nacional quien criticó al candidato oficial tendrá que hacer campaña por esa persona en su estado. No puedes tener credibilidad si la crítica fue tan dura que quemaste los puentes. En esta contienda se han quemado muchos puentes entre los demócratas. El último es el de Bill Richardson con los Clinton, pero aún es muy pronto para ver cuál es el desenlace de esto.

El punto es que ante las divisiones internas de los demócratas, quienes ganan son los republicanos. John McCain no era el favorito de la mayoría más conservadora, pero acabó imponiéndose a sus rivales. McCain ha tenido el tino de extender la mano y buscar aliados internos. No ha sido un proceso fácil y tampoco ha terminado, pero las críticas que se oyeron al interior de los republicanos, como la de Ann Coulter, diciendo que si quedaba McCain ella prefería hacer campaña por Hillary Clinton, ya se han bajado de tono. El silencio tal vez se deba a la elección de la persona que acompañará al senador por Arizona en la fórmula presidencial. Se busca alguien que pueda atraer los votos que se le han escapado hasta ahora. Algunos sugieren a un candidato negro, hispano o mujer. O alguien que cumpla con 2 de estos requisitos, como Condoleezza Rice (aunque ella dice que no aceptará). Está por verse. Lo cierto es que mientras la división entre Hillary y Barack lastima al partido demócrata, a nivel nacional las encuestas muestran que paulatinamente es John McCain el que está cerrando la brecha.