martes, 4 de noviembre de 2008

Una victoria histórica

La victoria de Barack Obama marca un importante cambio generacional en Estados Unidos, como ocurrió con Bill Clinton en 1992. No sólo por la edad (47 años) sino porque se deja atrás a la generación de Baby-boomers a la que pertenecen los padres de Obama, Bush y los Clinton. Que una minoría llegue al poder en Washington es un gran paso. Que haya negros o hispanos en cargos públicos en sectores de mayorías blancas no es nuevo. En este sentido, Obama sólo sigue una tendencia que empezó hace algunos años. Pero su triunfo es una señal de que algo muy grande ha cambiado en el movimiento de los derechos de los negros: Obama tiene una nueva actitud que ha logrado añadir a su causa a más blancos de lo que nunca pudo Jesse Jackson, quien ha tenido que dar un paso atrás y ceder la estafeta, como muestran los datos de su avance en el voto de hombres y mujeres blancos (5% más que Kerry en 2004).

Aún así, Obama perdió en el Deep South, donde los negros son mayoría y 2/3 de los evangélicos votaron a los republicanos. Es decir, pese al triunfo de Obama el racismo no ha muerto. Se ha dado un paso muy importante al elegir al primer presidente afroamericano, pero eso no termina con la desconfianza y la férrea oposición que enfrentan los demócratas en esta zona. Es increíble que ni siquiera después del desastre administrativo y humanitario que fue el manejo post-huracán Katrina, los demócratas no puedan ganar una elección presidencial en esta zona (aunque les va mejor en elecciones para gobernador, senadores, alcaldes y representantes).

Por otro lado, no hay que olvidar que ésta es una generación acostumbrada a la tecnología cambiante. Los celulares, Facebook, YouTube, la página de internet de Obama y Biden sirvieron para recaudar casi 600 millones de dólares, registrar votantes y apelar al voto, usando al máximo la forma de comunicación de hoy, una herramienta que sus adversarios no pudieron usar con la misma destreza y que los nuevos votantes manejan a la perfección. Por ejemplo, el sitio de Obama era más completo que el de McCain y la información se conseguía más fácilmente. Pero que Obama haya renunciado al uso de dinero público manda al traste la ley McCain-Feingold que trataba de impedir que las empresas, los lobbies y "los grandes intereses" controlaran la política electoral es un gran retroceso. Aunque se dijo que el dinero de la campaña de Obama provenía de los pequeños donantes, la BBC aseguró que en realidad ocurría lo contrario. Que Obama no haya usado financiamiento público también obliga a un cambio en las reglas electorales, aunque queda por ver cómo. La mayoría de los legisladores en ambas cámaras no saben usar bien el internet, así que sus auxiliares, jóvenes en su mayoría, serán los que dicten las reglas al respecto.

En relación a la economía, el colapso financiero obliga a renovar las reglas y los compromisos con las empresas y la clase media. La inspiración que genera el carisma de Obama debe dar paso a una aportación a la cultura americana y deje su marca en los próximos años, renovando al capitalismo como debió haberse hecho desde 1989. No es aventurado decir que cada crisis económica en el mundo desde esa fecha a la actualidad pedía a gritos una renovación de ideas y estándares, después de todo, que el comunismo fracasara en Europa no significaba que el capitalismo triunfara. El "triunfalismo" que Estados Unidos vive desde entonces tiene que llegar a su fin.

Este cambio no es sólo alternancia política. La presidencia de George W. Bush ha causado un enorme daño al país de tantas maneras que los peores pronósticos que se hicieron en 2001 han sido superados con creces y para revertirlos se necesita algo más que un presidente demócrata. El partido republicano tiene que analizar sus fallos y moverse hacia el centro. Tiene que aportar mejores ideas y hacer una campaña basada en ellas, no en ataques. McCain es un excelente senador, cuya trayectoria desapareció una vez que la crisis financiera se convirtió en un lastre que arrastró a su campaña a esta derrota. Que haya perdido esta noche no significa que su carrera haya terminado. Al igual que Hillary Clinton, tiene un futuro en el Senado, logrando acuerdos bipartidistas. Que los demócratas tengan mayoría en el Congreso no singifica un "final feliz" ni una luna de miel con Obama. Los que le ayudaron a ganar las elecciones primarias pueden empezar a cobrarse el favor a partir del 20 de enero.

Las expectativas que creó Obama son muy altas y eso es delicado porque la promesa de cambio se convierte en un reto que se pondrá a prueba en política exterior, economía y seguridad social muy pronto. Su derrota en el sur marca una frontera que tiene traspasar a base de buen gobierno. Que las mujeres no hayan llegado a la Presidencia o la Vicepresidencia en 2008 significa que hay una barrera muy fuerte que tiene que romperse. Ojalá que muy pronto y ojalá que con una excelente candidata.

1 comentario:

Anónimo dijo...

gracias por escribir etas noticias me han halludado mucho a hacer mi trabajo sobre obama