sábado, 1 de noviembre de 2008

Por qué puede ganar Obama:

De acuerdo con James Carville (el que dirigió la campaña de Bill Clinton en 1992), por lo siguiente:

La primera es que la administración de George W. Bush ha sido pésima y el estado de la economía refuerza esta impresión, lo que facilita la opción demócrata. Ha sido sencillo vincular a John McCain con Bush, desbaratando su campaña de “rebelde” y utilizando su propia trayectoria en su contra. El mensaje central, el “cambio” ha sido fácil de entender y sostener a lo largo de estos meses, con lo que llega mejor al votante. Es decir, como ocurrió con Kerry en 2004, si el candidato acepta las etiquetas que le cuelga su adversario, está perdido. McCain perdió la etiqueta de "rebelde" y su "yo no soy Bush" parece llegar demasiado tarde.

Obama y sus seguidores han utilizado el internet como nadie para hacer campaña a través de videos y comerciales, registrar votantes y recolectar una impresionante cantidad de dinero. Uno de los indicadores más sólidos está relacionado con la recaudación. Donar dinero a un candidato, la cantidad que sea, equivale a hacer una apuesta por alguien. Esto le permite pagar más anuncios de TV que casi están sepultando la campaña de McCain en zonas en disputa sin que éste pueda responderle. Hoy en día, McCain ha agotado su dinero (también hay que ver que McCain sí se sujetó a las cantidades oficiales estipuladas por la FEC y Obama, no).

A sus 47 años, Obama sería el primer presidente de la Generación X, por lo que no tiene los mismos problemas que sus predecesores. Es producto del liberalismo de los años 60, como lo demuestra su origen mestizo, que también le da una visión más amplia sobre la cuestión racial. A propósito, al resistir la tentación de basar su campaña en sobre la raza y lanzarse como un candidato “de todos”, ha logrado trascender, con cierto éxito, el espectro de identidades étnicas, aunque todavía no sabemos hasta qué punto. El temido "Efecto Bradley" nos hace temer que el margen de las encuestas no sea tan alto, pero eso lo sabremos el martes.

Asimismo, la mayoría de las encuestas sitúan a Obama entre 4 y 12 puntos arriba de McCain, a nivel nacional. Con todo y el “margen de error”, a estas alturas, es casi imposible que McCain pueda cerrar la brecha. Además, los cálculos sobre votos electorales le auguran una victoria abrumadora a Obama.

Pese a su juventud e inexperiencia, Obama ha mostrado inteligencia y un mejor control de sus emociones que John McCain, que tiene un fuerte temperamento. Barack ha mantenido un discurso serio y mesurado en medio de la debacle financiera, enfocándose en cómo resolver los problemas, sin profundizar en los detalles, que en atacar a su rival.

Una señal de su buen juicio es su elección de Joe Biden como su vicepresidente. Biden carece totalmente de carisma y no le ha sumado muchos votos electorales, pero tiene la experiencia que a él le falta y aunque no le sume muchos votos, tampoco se los resta. Sin duda, está preparado para ser presidente. Aunque no genere tanta atención como Sarah Palin, su desempeño en la campaña es aceptable.

Si bien durante la contienda contra Clinton, el joven senador ganó en los sectores más poblados y urbanizados, en las últimas semanas ha logrado acercarse a los votantes de la clase obrera y media (gracias a Biden) que se le habían escapado hasta ahora aún en estados típicamente republicanos, como Carolina del Norte o, probablemente, Pennsylvania. Y esto lo ha logrado con un ejército de voluntarios en todo Estados Unidos que tienen energía de sobra para buscar votos para él.

Barack Obama ha obtenido el apoyo de varios medios importantes, incluyendo The Chicago Herald Tribune, que por primera vez respalda a un demócrata y no es el único que quiere hacer historia. Ha cuidado los detalles al máximo y se ha enfrentado a sus críticos con magníficos discursos sobre patriotismo, raza y religión, por ejemplo, que generan entusiasmo. Pero, sobre todo, porque parece ser que su campaña ha hecho una mejor lectura del estado del país y de su gente y eso suele convertirse en una victoria.

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